miércoles, 17 de junio de 2015

La raíz andaluza de América


      La periferia de un país puede crear, a partir de su historia, expresiones culturales que le son propias. Y a veces, de nuevo con la ayuda de la historia, logra generar con ellas una imagen que arraiga en el mundo, mucho más allá de sus fronteras.

      Entonces, el centro nacional puede sentirse tentado a proclamar con toda energía: Eso no es este país, somos mucho más que eso. Incluso puede decir: Eso no tiene el valor que le están dando afuera. E intentar desvirtuar las creaciones culturales de esa periferia, quitarles valor.

      Cierto que hay otras manifestaciones culturales, pero esto no justifica el intento central de desprestigiar las de esa periferia. Habría más bien que mirar qué razones hay para el logro periférico cuando captura la atención mundial.

      Andalucía lo ha hecho porque aprovechó la posibilidad histórica de sintetizar aspectos de la cultura musulmana con la bética, y aquí es mejor usar el nombre romano porque ni los vándalos ni los godos dejaron allí una impronta tan fuerte como en el centro y norte de España. De los vándalos quedó poco más que el nombre regional arabizado.

       Los resultados de esa síntesis fueron tan singulares que impactan por su originalidad. No hay nada parecido en el resto de la península. Y entonces, con el descubrimiento de América y su población con predominio de andaluces y extremeños se generó una nueva Andalucía – y así fue llamada por un tiempo una parte del continente. Es andaluz el acento con que se habla la lengua española en el Caribe, lo mismo que muchas características culturales de Hispanoamérica. De tal modo la cultura andaluza logró un alcance extra continental.  Por esto la imagen mundial de España, a pesar del resto de los españoles, es fuertemente coloreada por Andalucía; y la valoración de lo andaluz es mayor en América  que en España porque los americanos nos lo hemos apropiado, mientras que los españoles no andaluces tienden a despreciarlo. 

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