10 de enero de 2022
Cuando muere un artista, un profesor, un escritor, deja, no sólo obras
acabadas y ubicadas en bibliotecas y museos, conocidas y referentes para la
obra de otros. También quedan, en su taller, borradores, proyectos, dibujos,
maquetas, instrumentos, fotografías, libros. Siendo la suma, el resultado de
toda una vida, encierran trazas de un sentido y una experiencia. Son señales de
su aporte al país y al mundo. ¿Qué suele pasar con esas cosas tras la muerte de
quien las dejó?
Depende de la cultura del lugar donde el creador ha muerto. Hay países
donde las instituciones que fueron importantes en esa vida constituyen lo que
suelen llamar un legado, y le asignan un sitio y un modo como los estudiosos,
los seguidores y el público pueden tener acceso a él. Hay clasificaciones,
estudios, análisis, difusión del legado. La muerte del creador no hace que su
aporte quede trunco. La transmisión del acervo cultural aportado por él
continúa a través de un legado que es protegido y estudiado por una
institución.
Hay países donde nada o casi nada de esto ocurre. La muerte del creador
convierte instantáneamente en basura todo lo que dejó inconcluso, sus libros,
sus proyectos. Sólo aquello que el creador logró que le reconocieran como obra
entra a ser parte del acervo apropiable por la cultura, por el país. Es la
pérdida de parte de la obra de esos escasos y valiosos constituyentes de
identidad, de ciencia y de arte en la historia de un país, una parte muy
valiosa porque es la última, la que recogía la experiencia de toda su vida de
trabajo.
La función de transmisión del acervo cultural alcanzado por una sociedad
recae en sus instituciones educativas y de investigación, apoyadas por el
Estado. Universidades, bibliotecas, museos tienen la vocación de acoger y
conservar estos legados. Pero también puede haber instituciones creadas de modo
específico para este objeto.
La calidad, el grado y el logro de civilización de un país puede
vislumbrarse a través del modo como cuida esos vestigios físicos del trabajo de
sus creadores. En un lugar donde no haya preocupación por recoger esas
herencias, quienes tengan conciencia de que esto es un problema tendrían que
trabajar por salir de ese estado de cosas hacia una situación más
satisfactoria, pera bien de todos.
14 de enero de
2022
Puede haber casos en que, dado que hay libros con comején, los libros dejados sean considerados por las bibliotecas formales como una biblioteca
enferma. Y en consecuencia sean rechazados, lo cual, para seguir con la metáfora, es un desahucio. Pero, ¿no habría posibilidad de
una terapia para esas bibliotecas enfermas? Se trata de salvar parte de lo que un filósofo de la talla de Schütz llamó "la transmisión del acervo de conocimiento".